Miscelánea

Confitería La Giralda, un espacio que ya es parte de la historia de la Ciudad

Fundado en 1930, este café porteño, por donde pasaron presidentes y personalidades argentinas, cerró a fines del 2018 y abrió nuevamente sus puertas en plena pandemia después de una remodelación millonaria.

Es un símbolo de la calle Corrientes, un café notable que supo reinventarse a pesar de las adversidades. La Giralda nació en 1930 como una lechería de la mano del andaluz Francisco Garrido quién la fundó en la planta baja del edificio Nordmann. En 1951 fue adquirida por Antonio Nodrid, quien conservó el nombre, la marca de chocolates y la tradición de los churros fundada con anterioridad.

Entre 1960 y 1970, la calle Corrientes fue el escenario de un boom comercial: a los teatros se le sumaron los cines y también bares, pizzerías y parrillas. Se convirtió en el segundo hogar de la bohemia porteña y un paseo de fin de semana para las familias. La Giralda siempre estuvo abierta las 24 horas recibiendo de día a los abogados y oficinistas del Microcentro porteño y por la noche a quienes se daban cita allí.

En 2017 el panorama estaba complicado: las deudas se acumulaban y no había dinero para pagar los sueldos. El cierre definitivo llegó a fines del 2018. La baja del consumo, las obras que se iniciaron en la calle y la muerte de su dueña Ivonne Nodrid, fueron algunas de las razones por las cuales su sobrino, Marcelo Nodrid, decidiera cerrarlo. Al año siguiente, los dueños del bar La Ópera decidieron comprar el fondo de comercio y restaurarlo completamente. Los nuevos dueños son Gabriel García y Nicolás Marques, segunda y tercera generación de gastronómicos respectivamente. Aunque el frente está intacto, solo pudo recuperarse la boiserie con los espejos. Los azulejos de las paredes dieron paso al mármol y las nuevas mesas mantienen superficialmente el mármol blanco que siempre las caracterizó. El cartel que azulado que rezaba: “Chocolates con churros, submarino, sándwiches, Toddy”, fue reemplazado por uno más pequeño, de color rojo que dice solamente “Chocolates con churros”. La barra cobró más protagonismo y las mesas se multiplicaron: ahora hay lugar para 90 cubiertos y 25 en la calle.

El gran cambio, además de la decoración y la disposición de las mesas, es la propuesta gastronómica que ofrecen: además de las clásicas meriendas y masitas, hay ensaladas para todos los gustos, carta de vinos y platos elaborados como un lomo al Malbec con papines asados, panceta, champiñones y cebollas caramelizadas.

El mejor chocolate de la Ciudad

El chocolate caliente con churros de La Giralda trae recuerdos a las generaciones más grandes y es uno de los productos que más solicitan los clientes. La fórmula es un secreto, pero lo siguen sirviendo en un recipiente de cobre para mantener la temperatura. El espesor del chocolate recuerda a los típicos españoles y los encargados de hacerlos comentan que es una preparación que lleva dos tipos de chocolates argentinos pero que no se pueden revelar cuáles son para seguir manteniendo el misterio.