Después de ocho meses de la sanción en el Senado, el proyecto de ley está siendo tratado en Diputados con el que se busca frenar la obesidad, un factor de riesgo asociado a la mortalidad que está haciendo estragos a nivel mundial.
En Argentina, la obesidad afecta a cuatro de cada diez menores y en especial a adolescentes y 7 de cada 10 adultos. En nuestro país se calcula que los tres factores de riesgo más asociados a la mortalidad son la hipertensión, la hiperglucemia y la obesidad, los cuales provocan unas 140 mil muertes al año.
El proyecto de ley establece que aquellos alimentos que superen los valores máximos estipulados por el Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud de azúcares, grasas saturadas, grasas totales y sodio, deberán incluir en su paquete y en el frente del mismo un octógono negro que lo advierta el cual, a su vez, no podrá ser menor al 5% del tamaño del envase.
Los únicos alimentos que están exceptuados de dicho rotulado serán el azúcar común, la sal de mesa, los aceites vegetales y frutos secos.
Además, aquellos alimentos que contengan el octógono en su parte frontal no podrán incorporar logos o frases con el aval de asociaciones científicas o civiles y mucho menos personajes infantiles, famosos o deportistas.
Con un boom en la alimentación saludable, sobre todo en pandemia, seguimos sin saber qué contienen los alimentos que ingerimos; la letra chica del paquete e incluso la información nutricional provista en la parte trasera no es muy aclaratoria que digamos.
A fines de junio, las redes sociales se hicieron eco de esta movida y lanzó bajo la consigna “Que no te tapen los ojos” y el hashtag #EtiquetadoClaroYa para exigir a los diputados la aprobación del mismo. En los últimos días reconocidos cocineros también se sumaron a la misma.
La ley de etiquetado busca garantizar el derecho a la salud y una alimentación saludable a partir de brindar información nutricional simple y comprensible de los alimentos envasados y de bebidas analcohólicas.
Cabe destacar que la malnutrición es un fenómeno social que no distingue entre clases sociales: los números indican que el 30% de los niños en edad escolar tiene sobrepeso y el 6% obesidad. El 50% consume dos o más bebidas azucaradas por día y solo un 17,6% consume las cinco porciones diarias de frutas y verduras.
El lado B: las empresas alimenticias creen que este etiquetado puede “demonizar” ciertos productos
La Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), una organización empresarial que nuclea y representa a casi la totalidad de los sectores que conforman la industria alimentaria nacional (más de 2.220 empresas federales); se ha manifestado críticamente frente al proyecto.
Por un lado considera que el mismo no hace contempla una unificación de la normativa para el bloque del Mercosur y por otro crítica la base del cálculo con el que se estipulan las advertencias para los consumidores.
Para ejemplificarlo, elaboró una guía que explica que si bien los productos lácteos están dentro de los grupos recomendados, los mismos quedarían etiquetados con dos o tres sellos de advertencia porque no está siendo considerado el contenido intrínseco de cada uno de los nutrientes del producto (como la lactosa o la grasa de la leche); sin embargo una gaseosa sólo tendría un sello que indicaría el exceso de azúcar.
Si no hay ningún tipo de información complementaria para los consumidores, se estarían demonizando determinados alimentos?
El debate está abierto…