Desde el 20 de marzo tres de los ochenta y seis Cafés Notables de la Ciudad tuvieron que cerrar sus puertas: la Flor de Barracas, El Café de la Esquina y La Confitería del Hotel Castelar; ante la situación cada vez más compleja y sin solución aparente, el diputado Leandro Santoro presentó una normativa para aliviar la crisis económica que están viviendo y no tener que bajar la persiana definitivamente.
En la actualidad, la Ciudad de Buenos Aires contaba con 86 bares notables, la mayoría de los cuales han sido reconocidos como «patrimonio cultural de la Ciudad de Buenos Aires» por su permanencia en el tiempo, por estar vinculados a la historia viva de su gente, por haber contribuido a hechos culturales e históricos relevantes, por su diseño arquitectónico conservado, etc.
La Ley 35 da la siguiente definición de Bar Notable:
Se considera «bar notable» a aquellos bares, billares o confiterías relacionados con hechos o actividades culturales de significación; aquellos cuya antigüedad, diseño arquitectónico o relevancia local, le otorgan un valor propio.
Parte del encanto y la historia de nuestras calles se puede encontrar dentro de sus paredes; perderlos es perder parte de nuestra idiosincrasia.
A través de un proyecto de ley, presentado esta semana, se busca brindar asistencia integral a los Bares Notables para garantizar la conservación no sólo del patrimonio cultural sino también la de los puestos de trabajo.
Con fecha de duración hasta el 31 de diciembre de este año, el proyecto pide la eximición del ABL e Ingresos Brutos, subsidio de servicios públicos por el cien por ciento del valor de las tarifas de servicios de luz, agua y gas; subsidio al personal de trabajo que se encuentren bajo relación en dependencia; líneas de créditos blandos y prestaciones al 0%.
Cabe la pena destacar que a diferencia de los bares modernos, los notables tienen estructuras mucho más amplias que encarecen el precio de los alquileres así como también el de su mantenimiento general.
Evidentemente aggiornarse a través de plataformas de delivery, comercio online y uso de redes sociales no es suficiente para salvaguardar a nuestro patrimonio cultural.