A medida que van pasando los días de aislamiento obligatorio, comienzan a aparecer las primeras estadísticas en relación a los hábitos alimentarios de los argentinos.
Hubo algún cambio significativo en nuestra ingesta diaria?
La ansiedad parecería ser uno de los factores fundamentales para explicar qué es lo que está pasando en nuestros hogares…el encierro, la incertidumbre y el temor a la enfermedad están generando cambios en nuestros modos no sólo de comer sino también a la hora de realizar nuestras compras.
Los nutricionistas de las Estaciones Saludables de la Ciudad (que están continuando con su trabajo con modalidad online y a través de grupos de Whatsapp) están recibiendo gran cantidad de consultas en relación a este tema.
Mantener las rutinas a la hora de comer se ha convertido en un desafío al igual que la falta de ejercicio físico; factores que se suman al aumento de la ingesta tanto de harinas y como de dulces.
Cuál es la clave para no caer en la desesperación? Armar un cronograma organizando nuestros días de encierro: dormir entre 7 u 8 horas, despertarse al mismo horario que con anterioridad, tratar de comer a los mismos horarios para no desequilibrar el apetito respetando las cuatro comidas tradicionales; comer verduras y frutas como mínimo dos veces por día; y tener una dieta lo más variada posible…si falta inspiración a la hora de cocinar utilizar las redes sociales para encontrarla es una buena opción.
Por otro lado, el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) hace unos días dio a conocer estadísticas sobre los hábitos de consumo de los argentinos durante la cuarentena: un 44% reconoció que aprovisionó con elevada cantidad productos ricos en carbohidratos como arroz, fideos, harinas y un 37% hizo lo mismo con las verduras.
En relación a la carne vacuna, el 27% de la gente manifestó haberse abastecido en cantidad con una salvedad en particular: el sector socioeconómico más alto compró sólo un 13% en cantidad, mientras que los sectores más bajos lo hizo en un 31%.