Miscelánea

Sabías que aunque hay alimentos que no tienen calorías nos pueden hacer engordar igual?

Con los cambios que estamos sufriendo en nuestras rutinas cotidianas, para muchos la comida puede ser fuente de placer, de relajación e incluso un recurso necesario para bajar la ansiedad en estos días de aislamiento. Sin embargo, aunque hay ingredientes que no tienen calorías por sí mismos, algunos pueden contribuir a que engordemos sin que nos demos cuenta de ello.

Sal

Según estudios publicados en The Journal of Nutrition, la sal contiene minerales que no aportan calorías al cuerpo y aunque es necesaria en cantidades reducidas, la misma puede generar adicción e incentivar a comer más de lo que inicialmente deseamos.

De hecho, la sal en los alimentos incrementa hasta un 11% el consumo de alimentos estimulando la sobreingesta y un potencial aumento de peso.

Lo aconsejable es reducir el uso de sal y alimentos que lo contengan y optar por condimentar con hierbas, especias y condimentos para darle sabor a nuestros platos.

Refrescos light o 0% sin calorías ni azúcar

Aunque es una opción perfecta cuando estamos a dieta, el sabor dulce (que proviene de los edulcorantes) no nos ayuda a reducir la apetencia por ellos e incluso puede incentivar el deseo de consumirlos.

Es recomendado reemplazarlos con agua, la cual puede ser saborizada con sabores naturales como menta, albahaca, pepino y cítricos.

Caldo en cubitos

Una porción lista de caldo no alcanza las 10 kcal por su disolución en grandes cantidades de agua; sin embargo en su mayoría son mezclas de hierbas, verduras y hortalizas deshidratadas con glutamato monosódico añadido que actúan como resaltadores de sabor.

Se ha comprobado en pruebas realizadas sobre roedores que este ingrediente incrementa el hambre y el apetito, así como también reduce la saciedad y el gasto calórico al disminuir los niveles de la hormona leptina.

Este factor, sumado a su alto contenido en sodio, puede llevarnos a engordar en caso que abusemos de ellos.

Estos tres alimentos son una prueba que nos deja en claro que no siempre las calorías tienen la última palabra en nuestra alimentación diaria.