Miscelánea

Confitería Richmond, un clásico que todavía anhelamos.

La Richmond fue un clásico de la intelectualidad porteña desde que abrió sus puertas en 1917, en Florida 468; declarado “Sitio Histórico” para evitar su derrumbe, la historia detrás de sus puertas es una de las más interesantes que tiene nuestra ciudad.

Ideada por el arquitecto belga Jules Dormal, responsable del Teatro Colón, esta confitería reunió a personajes de la aristocracia literaria como Jorge Luis Borges, Leopoldo Lugones y Eduardo Mallea, entre otros. Para ese entonces fueron conocidos como el Grupo de Florida, algunos de los cuales fueron los responsables de fundar la revista cultural Martín Fierro en 1924. El éxito que alcanzaron con sus publicaciones les permitió alquilar una oficina en Tucumán y Florida para que funcionara como redacción. Sin embargo, la Richmond fue su lugar de reuniones por excelencia.

Luces tenues, sillones de Chesterfield y un decorado estilo inglés que se complementaban con detalles decorativos, caracterizaron a los 1500 metros que ocupaba este espacio dividido en dos pisos.

La Confitería Richmond es una parte de la calle Florida, un reflejo de todo lo que ocurrió a lo largo de nuestra historia porteña. Considerada como Bar Notable y uno de los 600 edificios con protección cultural de la ciudad, en 2011 tuvo que cerrar sus puertas debido a su baja rentabilidad. Los dueños vendieron el espacio a un grupo inversor por 9 millones de dólares. La legislación en la que se enmarca el espacio, “sitio histórico”, impide modificaciones edilicias, sin embargo no acciona sobre el cambio de rubro del local.

En 2014 comenzó a funcionar un comercio deportivo el cual tuvo que comprometerse a mantener un espacio que recordara a la antigua confitería. Con ocho mesas, que no ocupaban ni el 10% de lo que fue la histórica Richmond, el año pasado tuvo que cerrar sus puertas. El alquiler del local está valuado en $900.000. Habrá que ver qué es lo que sucede con este emblemático espacio de la escena porteña.