Para las sociedades prehispánicas, la siembra fue uno de los rasgos característicos de su cosmovisión. Producir sus propios alimentos resignificaba su sentido de familia, comunidad, trabajo, relaciones sociales, espacio y tiempo.
El maíz es un cultivo que data de unos 10 mil años, el cual generó un sentido de comunidad entre los pueblos originarios de Mesoamérica. Hace unos días, un grupo de científicos del CONICET, encontró macrorrestos carbonizados de granos de Zea mays de 3500 años de antigüedad en el sitio arqueológicos Taller Puesto Viejo 1, en la Quebrada de Los Corrales al oeste de la provincia de Tucumán.
Lo interesante de este hallazgo es que hasta el momento en el NOA sólo se conocían maíces con una antigüedad fechada en la Era Cristiana. Como consecuencia de la complejización de las estructuras sociales, el cultivo del maíz se hizo cada vez más presente 1000 años atrás, tanto como alimento como ofrendas funerarias. Sin embargo, como en las regiones del NOA y del Norte de Chile no existen antecesores del maíz silvestre como en México; el mismo tuvo que ser traído desde otro lado. La fecha de introducción de este cultivo así como también quiénes fueron los responsables de ello, son preguntas con las que los arqueólogos están trabajando hace años.
Las investigaciones demuestran que los Incas no pueden haber sido porque éstos llegaron un poco antes que los españoles a estas latitudes. El hallazgo, que data de 3500 años (1550 años a.C.) trae nuevos interrogantes para los especialistas en el tema.
Además de maíz, el grupo de arqueólogos encontró quinoa domesticada asociada a la misma fecha, mostrando la relación y relevancia entre las dos plantas como parte de los recursos alimenticios más importantes de los grupos prehispánicos del NOA y del mundo andino.