Las Indicaciones Geográficas (IG) y Denominaciones de Origen (DO) constituyen herramientas que permiten diferenciar y hacer distinguible la calidad de un producto vinculada con su origen geográfico. En la Argentina, mediante la ley N°25.380 y su modificatoria N°25.966 se crea el régimen legal para la protección y promoción de productos agrícolas y alimentarios que presentan características o cualidades diferenciales en razón de su origen geográfico, siendo el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca la autoridad de aplicación.
La ley 25.163 es la que regula la denominación de esta bebida y establece en su artículo 4° que la Indicación Geográfica es una región, localidad o un área de producción delimitada cuyas particularidades sean determinantes en las características de calidad de un producto que allí se origine.
En el año 2009, un grupo de bodegas comenzó a darle forma la IG Paraje Altamira, dando el puntapié inicial para la delimitación de nuevas regiones vitivinícolas. Hasta ese entonces, las Indicaciones Geográficas locales estaban trazadas por los límites políticos de más de un siglo de antigüedad.
Sin embargo, con la evolución y especialización que la industria vitivinícola tuvo en las últimas décadas, comenzar a preguntarse cómo el terroir podía influir en el producto final era parte del proceso. Las investigaciones demostraban que en una misma zona podía haber diferentes condiciones naturales; por lo tanto, crear una nueva metodología de diferenciación era fundamental para valorizar la producción nacional.
En 2013, siguiendo protocolos que permitieron demostrar la particularidad del terruño y factores que definían características únicas para los vinos producidos con los frutos obtenidos en Paraje Altamira, la zona consigue la Indicación Geográfica; en 2016 se amplió su territorialidad.
En el Valle de Uco se conocen, por el momento, cuatro Indicaciones Geográficas: Paraje Altamira y Los Chacayanes, a las que se le acaban de sumar San Pablo y El Cepillo.
Luego de cuatro años de intenso trabajo, las bodegas Zuccardi, Salentein y Tapiz junto a la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Cuyo y el Instituto Nacional de Vitivinicultura consiguieron que San Pablo sea reconocida como Indicación Geográfica. La combinación de altitud (que asciende hasta 1.700 msnm) y su cercanía a la Cordillera Frontal, generan condiciones microclimáticas únicas que impactan en el ciclo de la vid (retrasando su maduración en comparación a zonas cercanas); además por su ubicación, sus suelos tienen un alto contenido de piedras y materiales calcáreos.
La Indicación Geográfica representa un vínculo entre el producto y el lugar de origen, pues se presume que su/s cualidades provienen del medio geográfico en que se elaboran; una herramienta fundamental a la hora de construir una industria vitivinícola con identidad propia.