Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en el mundo existen 821 millones de personas subalimentadas. Aproximadamente 1/3 de los alimentos que son producidos son desperdiciados, es decir más de 1.300 millones de toneladas que podrían estar alimentando a 2 billones de personas. En Argentina el desperdicio alcanza anualmente los 16 millones de toneladas de alimentos.
En primera instancia, según en qué momento de la cadena agroalimentaria se produzca el derroche de alimentos su denominación varía: las “pérdidas de alimentos” se producen a lo largo de las etapas de producción agropecuaria, almacenamiento y procesamiento. Por el contrario, cuando los mismos son descartados durante la etapa de distribución y consumo estamos frente al “desperdicio de alimentos”. En esta dinámica tanto productores como consumidores son actores principales para modificar estos números alarmantes.
Argentina está tratando de revertir esta tendencia con el objetivo de construir sistemas alimentarios más sostenibles. Desde 2015 cuenta con un Programa Nacional de Reducción de Pérdida y Desperdicio de Alimentos gestionado, actualmente, por la Secretaria de Gobierno de Agroindustria de la Nación, y ha conformado una Red Nacional con más de 100 miembros del sector público, empresas del sector agroalimentario y ONGs.
A través de una resolución del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, fue declarado el 29 de septiembre como el día para la Concientización sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. De este modo, Argentina se convierte en el primer país del mundo en contar con un día de estas características. Se espera que, mediante esta resolución, más actores se sumen para continuar visibilizando la problemática y alcanzar nuevas soluciones para reducir el desperdicio alimentario.
La fijación de una jornada recordativa anual específica permitirá concientizar sobre la importancia y la urgencia que tiene reducir las pérdidas y el desperdicio de alimentos y multiplicar su donación, con actividades que resalten los beneficios sociales, ambientales y económicos de hacer frente a esta problemática de cara a la construcción de sistemas alimentarios más sostenibles.