Inaugurado en 1884, fue construido sin escatimar en esfuerzos ni gastos: vitraux magníficos, mármoles italianos y muebles traídos de París; hicieron de este establecimiento uno de los favoritos de las clases altas del siglo XX.
Históricamente, la avenida Rivadavia unía la Plaza de Mayo con el oeste lejano, hacia lo que hoy conocemos como Flores. Durante la epidemia de fiebre amarilla, en 1870, la gente de clase pudiente buscó refugio en las zonas altas, entre ellas Flores, las cuales se unían a la ciudad gracias al Ferrocarril Oeste.
La década de 1880 trajo prosperidad económica que produjo una importante expansión, tanto de la ciudad como de sus alrededores: florecieron los edificios, los negocios y, lentamente, Buenos Aires deja de ser una “gran aldea”.
Aunque Medrano y Rivadavia estaba tan solo a 40 cuadras de la Plaza de Mayo, para la época, esta zona estaba aislada del centro de la ciudad. En 1884, se instala en esta esquina, Las Violetas, un lugar que para la época sorprende por su elegancia y clase. Figuras como Carlos Pellegrini, junto a sus distinguidos amigos, se trasladan hasta allí con motivo de su inauguración.
Sus mesas fueron lugar de encuentro de aristas y escritores como Roberto Arlt y Alfonsina Storni.
En la década de 1920, se construye el edificio que se conserva hasta la actualidad. Los vitrales fueron restaurados para recordar el ambiente de aquellos tiempos donde gente selecta iba a pasar momentos de ocio.
A pesar de su cierre en 1998, la Legislatura de la Ciudad la declaró área de protección histórica, por lo que fue reinaugurada en 2001, sin perder nada de su encanto y elegancia. A las impecables piezas de mármol de Carrara en la barra y las mesas, se le suman las suntuosas arañas de bronce original.
En 2017, entre 19.000 votantes, Las Violetas fue elegido como el mejor Café Notable de la Ciudad.
Hasta el día de la fecha, el María Cala sigue siendo el preferido de los visitantes a la hora de tomar el té.
Para más información www.lasvioletas.com