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Nuevo brillo, antiguo Mercado

Hace un par de años la renovación vino por el lado del café. Aparecieron tostadores de granos y baristas que le dieron nuevos aires al histórico Mercado San Telmo. Ese fue el comienzo de un cambio que hoy se muestra con nuevas y celebradas propuestas gastronómicas, para este mercado que en el año 2000 fue declarado Monumento Histórico Nacional.

La actual oferta culinaria es abundante e incluye: la comida callejera suiza de Je Suis Raclette; falafel y hot pastrami de Medio Oriente de Chelvíe; los crepes franceses de Un, Dos, Crêpes; tapas y tortillas españolas en De Lucía; fish & chips, bifes y tartas de carne de Downunder; cerveza artesanal y bondiola braseada a la barbacoa de Hoboken; hamburguesas, hot dogs, y desayunos americanos de The Market Burger; delicias de panadería francesa en Merci, productos regionales gourmet y picadas de Verde Oliva; empanadas y cocina criolla de El Hornero; choripanes artesanales de cerdo y cordero de la Choripanería; chivito uruguayo y carnes argentinas en El Bar de Carmen; pizzas y nachos de Penacho, variedad de churros dulces y salados de La Churretería, vino al paso Nilson y un café de delicias dulces Chantal.

Los puestos además proponen durante el mes de octubre alternativas de almuerzo que están entre los 150 y los 200 pesos entre las 12 y las 15 hs. Y para tratar de recuperar su viejo esplendor, se presenta como espacio para eventos privados, dentro del horario de funcionamiento del mismo o fuera de él.

Un poco de historia

Hasta no hace mucho el Mercado de San Telmo estaba más asociado a las “pulgas” que al universo gastronómico. Si bien hace más de 120 años nació como mercado de abastecimiento, el tiempo y el cambio de conducta de los consumidores lo habían convertido en un mercado de “pulgas” y antigüedades. Solo algunos puestitos ocupaban rincones del mercado y daban la pelea por preservar ese aire gastronómico para el que fue creado.

Fue de los primeros mercados inaugurados en la Ciudad de Buenos Aires, que para el momento de su fundación, conservaba las viejas ferias de abastecimiento en las plazas públicas de la época de la colonia.

Hacia fines del siglo XVIII en Europa se empezaron a gestar planes para organizar los servicios y el comercio, lo que derivó en una corriente urbanística llamada “la ciudad de los equipamientos”. Allí mercados, hospitales, escuelas y otras instituciones constitutivas del tejido social reflejaban las características de esta organización urbana.

Esta corriente, conocida como “concepción higienista”, fue la que impulsó en la primera mitad del siglo XIX en el viejo mundo, la creación de los mercados y la construcción de los edificios emblemáticos que los albergaron. Buenos Aires fue muy innovadora en este aspecto y la mayoría de sus Mercados construidos en aquella época dan cuenta de ello.

La gran corriente migratoria de finales del 1900, la fiebre amarilla que diezmó a la población de la Ciudad y nuevas corrientes en torno a la higiene y la manipulación de los alimentos, fueron las razones que impulsaron la creación de estos abastos.

Inaugurado en 1897, sobre el proyecto de Juan Antonio Buschiazzo, el edificio conserva su estructura interna original, formada por vigas, arcos y columnas de metal con techos de chapa y vidrio y una gran cúpula en su centro. Estas estructuras de metal son mejor registro de esta corriente arquitectónica que se puede ver en la mayoría de estos mercados.

 

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