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Santa Julia por el camino de la sustentabilidad

vinedoszuccardiPor décimo octavo año consecutivo Bodega Santa Julia realizó la degustación de sus más de 40 vinos en la finca de Maipú, Mendoza. Participar de la gran cata es una oportunidad abierta al público, entrada de $300 mediante, y como buen clásico este año reunió unas 3200 personas interesadas en probar todas las etiquetas, hablar con los enólogos y recorrer el establecimiento. En ese contexto, los dos días previos a la degustación global, el equipo de la Bodega encabezado por Ana Amitrano y José Alberto Zuccardi mostraron el trabajo que vienen realizando en sus viñedos y la visión de Santa Julia.
“La apertura de Piedra Infinita en Valle de Uco, nos ha llevado a dividir más las dos empresas. Por un lado esta el proyecto nuevo y por otro está Bodega Santa Julia, que es un proyecto completamente sustentable y próximo certificar orgánicas todas sus fincas”, describe José Alberto con una mezcla de entusiasmo y orgullo. La Bodega familiar nació en 1963 con un viñedo especie de showroom para la demostración de un sistema de riego para la vitivinicultura que desarrollaba y comercializaba el Ingeniero Alberto Zuccardi. “Pero mi padre (Alberto) se terminó enamorando del viñedo”, dice José Alberto Zuccardi. Todo el grupo tiene un total de 850 empleados y posee cerca de 1000 hectáreas dedicadas a la viticultura y a la olivicultura, y José Alberto asegura que hoy son “el exportador orgánico más importante del país en mercados como EEUU, Holanda y Japón entre otros”.
El proceso de conversión a orgánico nació a fines de los 90, y lentamente fueron aprendiendo y convirtiendo todas sus fincas para llegar a 2017 con la totalidad de su producción certificada. Este proyecto de sustentabilidad que encararon va desde la metodología de producción hasta el vínculo con los trabajadores y la comunidad de cada localidad donde la bodega produce y trabaja. Fundación Zuccardi es parte de proyecto. una iniciativa donde las mujeres de los empleados, con la ayuda de la bodega que financió las máquinas de coser, armaron un taller de costura y tejido donde realizan objetos (bolsos, estuches para vinos…) que luego comercializan, vendiéndoles en algunos casos a la propia Bodega. Este grupo de mujeres ya logró acceder al monotributo social, lograron también armar una colonia de vacaciones para el verano para los hijos de los empleados y la posibilidad de completar sus estudios en una escuela dentro de la Bodega gracias a un convenio con la Dirección General de Escuelas de Mendoza.
Ser Orgánico
La conversión demanda mucho más trabajo en la tierra y en los viñedos y sólo un productor apasionado puede querer embarcarse en semejante proyecto. El Ingeniero Agrónomo Edgardo Consoli, responsable del proceso, detalla parte de este camino que abordaron en 1999 “comenzamos con tres cuarteles, pero tratamos todos los viñedos de manera natural, ni químicos para las malezas, ni fertilizantes, ni agregados para enfermedades… desarrollamos nuestro compost y aplicamos ese te de compost para enriquecer el suelo”. Este tipo de producción en la vitivinicultura demanda el trabajo de entre 6 y 7 jornaleros más por hectárea y en este caso la mano de obra representa entre del 60 y el 70 por ciento del costo del viñedo.
Las camas de lombrices ocupan un largo pasillo entre las vides. Allí Horacio Laborde se ocupa de la producción de compost que se alimenta de las podas y orujos del viñedo y se enriquece del producido de las camas de lombrices. Según Laborde “las camas de lombrices son la más perfecta obra de ingeniería de la naturaleza, ya los egipcios hace cientos de años vendían los terreno según el volumen de lombrices que poseían”. En estas “camas” desarrollan la reproducción de las lombrices que logran una escala increíble: 100 lombrices pasan a 1000 en tres meses en condiciones óptimas de humedad para favorecer la cópula. Por otro lado, la siembra de centeno o cebada en los pasillos entre las vides incorporan materia orgánica y mejoran la conductividad del agua de riego.
En Valle de Uco, en el viñedo La Rivera, que recibe el nombre por haber sido un antiguo cauce de río, producen Syrah, Malbec, Chardonnay, Petit Verdot, Tempranillo, Cabernet Franc, Viognier y Anchellotta. Estos viñedos tienen derecho de agua del Río Tunuyán, además de una perforación en condominio con otro productor vecino. Tienen producción propia de plantas, para garantizarse pies de vid y plantas libres de virus. Los suelos son pedregosos con mucha diversidad de tamaño de piedra. Realizan riego por goteo y según asegura el Ingeniero Consoli “el goteo es más eficiente en el uso del agua. Permite un aprovechamiento de en un 85 por ciento y mientras que en el riego por surco es del 55 por ciento aproximadamente”.
De cata
La recorrida adquiere mucho más sentido cuando se prueban los vinos. La gran novedad en esta edición de la degustación anual de la Bodega fue la presentación Santa Julia Tintillo. El enólogo Rubén Ruffo lo describe como “un tinto hecho con maceración carbónica, en la que ponemos la fruta en un tanque sin moler y sin levaduras agregadas. Obtenemos un vino muy jugoso con mucha presencia de frutas, con baja cantidad de caninos y con fruta muy fresca”. El Tintillo es un Malbec-Bonarda, muy fácil de beber e ideal para beber frío, algún osado incluso podría atreverse a beberlo con soda. Es un tinto muy amable y ligero que se podrá conseguir en establecimientos gastronómicos por unos $180.
Con el Proyecto Innovación la Bodega se permite experimentar con nuevas cepas y procesos o tratamientos de las plantas en el viñedo. Aquí trabajan en forma contante con 35 variedades distintas de uva, cultivan media hectárea de cada una y luego elaboran nuevos vinos. Todos los años levantan alguna variedad que no les interesa y plantan alguna nueva. Trabajan en los viñedos, realizan raleos buscando concentrar y viendo cómo se comporta la cepa.
Este proyecto tiene varios hijos que ya se convirtieron en muy interesantes vinos. En la primera etapa, con las cepas que obtienen vinos interesantes, salen al mercado para que el público conozca la variedad. En esta gama sacaron Innovación Fiano, Innovación Alvarinho, Innovación Carmenare e Innovación Ekigaina. En todos los casos se trata de cepas de distintas regiones del mundo, cultivadas y vinificadas en la bodega experimental de Santa Julia. Son vinos frescos con buena acidez y muy buen resultado precio calidad. Recién empiezan a aparecer en el mercado y tienen un valor sugerido de $95.
La gama que le sigue es Santa Julia Reserva con uvas del Valle de Uco: Santa Julia Reserva Chardonnay, Santa Julia Reserva Malbec, Santa Julia Reserva Cabernet Sauvignon y Santa Julia Reserva Malbec-Cabernet Franc. El enólogo explica que en estos vinos buscan “principalmente mostrar la fruta. Aparece muy poca madera, usamos barriles de 2º, 3º y 4º uso con la que buscamos algo de estructura y boca, pero nuestro objetivo primordial es mostrar la fruta. Son vinos elaborados con una maceración pre-fermentativa en frío para obtener color y aromas. Son vinos para 4 ó 5 años de guarda”. Estamos frente a vinos de $150/160.
La siguiente gama es el Magna Santa Julia blend de Cabernet Sauvignon, Syrah y Malbec, el Alambrado Malbec, Alambrado Cabernet Sauvignon y el Gran Alambrado Cabernet Sauvignon/Malbec vinos de entre $210 y $230 de venta en vinotecas.
Ana Amitrano, Gerente Comercial de la Bodega asegura que “en esta gama de vinos, entregamos lo mejor. Estos nuestros vinos que están en la base, está buenísimo comunicar los de altra gama, pero estos son los que pagan las cuentas”.

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