El vino se puede contar de mil maneras. Se puede hablar del puntaje alcanzado. Se pueden mencionar sus cualidades organolépticas, su largo en boca, sus colores dorados o violáceos, sus aromas a madera o a fruta fresca… Se puede también contar a través de su proceso de elaboración, sobre cómo se realiza la cosecha, se seleccionan las uvas, se fermenta y cuánta guarda tiene… Se puede hablar de la región de la que proviene, de la cepa y de los suelos a los que debe su fisonomía…
Pero también un vino puede ser contado desde la comida. Bodega Catena Zapata entiende a la perfección la alianza estratégica entre la cocina y el vino. La recorrida comenzó con un desayuno en Novecento (Av. Alcorta, BsAs), una hora mas tarde partió la combi rumbo Rosario, la ciudad que siempre estuvo cerca. Pasado el mediodía hacíamos nuestro desembarco en Sunderland Viejo Bar, nuestro primer destino. Un clásico rosarino, declarado patrimonio histórico de la ciudad, ubicado en zona portuaria (Av. Belgrano 2010), frente a viejos depósitos de granos, que funciona casi
ininterrumpidamente desde 1930, aunque algunos aseguran que hace más. El río y el puerto, enmarcan cada milímetro de la historia de esta ciudad. El Sunderland es fiel reflejo de ello. Nació como un lugar de minuta a toda hora y de cambio de dinero, principalmente para satisfacer las necesidades de los marinos que recalaban en el puerto.
La cocina está comandada por Diego Hugolini que ofrece un menú variado en la carta de este bodegón. En esta ocasión y para acompañar la selección de la Bodega anfitriona, sirvió un Queso Camembert sobre pan de miel y chutney de naranjas para el Nicosia Blanc de Blancs 2014; una Trucha en camisa y puré de calabazas y especias para el D.V. Catena Pinot-Pinot 2012 y una Macedonia cítrica con helado de Crema y praliné para el Saint Felicien Espumante 1963. El resto de la carta del restaurante se reparte entre el puchero, las clásicas picadas y las pastas tan afines al paladar local.
Como en los tiempos en que los marinos llegaban a comer bocado y a beber hasta el ahogo, el piano ocupa un lugar central en el restaurante y suena con gracia en manos del camarero-pianista, un verdadero hallazgo fruto de una búsqueda minuciosa que encaró Claudio Tedeschi el dueño del Sunderland. Mario, el camarero-pianista, se puso frente al teclado y acompañó, durante nuestra visita, la comida con una increíble selección musical.
El Sunderland es claramente lugar de culto rosarino, todos los personajes memorables de esta tierra han pasado por sus mesas, muchas fotos dan cuenta de ello y cada extranjero que los visita no le pierde pisada. Para que no queden dudas, muestran con orgullo escritos de distintos autores como El Fantasma del Sunderland, de Arturo Perez Reverte; De quesos y otras cosas…, de Roberto Fontanarrosa y La verdadera historia del Sunderland de Rafael Ielpi.
Refinería (Rawson 433 bis, Rosario) nos esperaba para la cena con su chuletón de 1,800kg (ver El chuletón rosarino), aunque no era la única propuesta del menú armado por Carlos Avalle, chef y propietario. La selección propuesta fue: un Pulpo a la plancha con papas fondant para el DV Catena Chardonay Chardonay; un Tortellini de queso azul y nuez, salsa de tomate y aceite de pimentón para el DV Catena Vineyards Designated Cabernet Sauvignon La Pirámide; un Cochinillo berreado en su jugo para un DV Catena Syrah Syrah; el famoso Chuletón a las brasas y ensalada tibia de Camembert para el Angélica Zapata Alta Cabernet Frank Gualtallary; unos Quesos, membrillos y miel del Impenetrable para un Saint Felicien Sangiovese 1986 (si, si un vino de treinta años increíble y delicado) y para terminar una Degustación de postres para un Saint Felicien Semillon Doux. Muy buena la selección de platos de Avalle para acompañar increíblemente los
vinos de Catena Zapata.
El cierre del circuito fue al día siguiente de camino a Buenos Aires. Ajíes verdes con variedad de quesos y almendras gratinados, croquetas, salmón curado con alcaparras y rúcula, parmesano en aceite de oliva y aceitunas negras y una pasta al dente, nos obligaron a una nueva parada en Campana. En ItalPast (Juan Dellepiane 1050, Campana) de Pedro Picciau nos esperaban con una selección de los mejores platos de la casa para poner el broche de oro de una gran recorrida gastronómica.
Los vinos definitivamente saben mejor con un buen bocado.
1 Comentario
Victor
Hola Monica, estoy buscando escuelas de cocina en Zarate Campana, que no sean las conocidas, como IGA o IAG. Espero puedas ayudarme! Saludos