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Alimentos Orgánicos: Una industria para el mundo

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta es la reproducción de un artículo que escribí para el último número de la revista Noticias del 24 de Agosto de 2012.

Las exportaciones de productos primarios y elaborados fundamentan el boom del consumo saludable local. Cómo se certifica.

Los alimentos orgánicos, tanto los naturales como aquellos elaborados industrialmente, son esencialmente presentados como saludables y libres de tóxicos. Es decir su producción debe certificar que portege los recursos y ciclos de la naturaleza de la invasión de pesticidas y fertilizantes tóxicos

Salud, ecología y sabor natural son los puntos de atracción un nuevo boom de consumo gastronómico que es tendencia en los países desarrollados  y que hace rato empezó a seducir al mercado local. El universo de lo Orgánico se extiende cada vez con más fuerza y replica en ferias y mercados que se organizan sin tregua, en la Ciudad de Buenos Aires principalmente. A este dinámico mercado interno apuntan los productores orgánicos certificados del país, aunque sólo destinen allí apenas el 5% de lo que producen. El negocio, en realidad, crece sobre todo con las ventas al exterior. En sector exporta anualmente unos 232 millones de dólares, cifra que lo sitúa en el décimo lugar entre las veinticinco economías regionales que registra la Confederación Argentina de la Mediana Empresa. CAME

Puede sonar extraño que los productores orgánicos -de poca presencia aún en la góndolas de las grandes cadenas supermercadistas- lleven más de quince años de desarrollo y crecimiento sostenido en el país. Hoy existe un registro de más de 1900 productores orgánicos certificados. La Ley Nacional de la Producción Orgánica, luego de varios ensayos y aproximaciones en los que trabajaron en conjunto el Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO), la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos y el Programa Nacional para el Desarrollo de la Producción Orgánica en la Argentina, fue promulgada finalmente en 1999.

Según esa ley, todo producto para ser considerado orgánico tiene que contar con la acreditación de alguna de las cuatro certificadoras autorizadas: la OIA (Organización Internacional Agropecuaria), y las empresas elaboradoras locales Argencert, Letis y Food Safety S.A. (autorizadas a regular la certificación de productos biológicos con destino a la Unión Europea). Con su sello garantizan un sistema de producción libre de químicos, pesticidas, herbicidas, fungicidas, vitaminas sintéticas, transgénicos u hormonas.

Si bien estos alimentos no se consiguen en todos lados, últimamente crecen los comercios especializados, los pequeños y medianos emprendimientos y las ferias comunitarias o “expos” que los promueven y comercializan. Para reconocerlos deberan exhibir en sus etiquetas el sello especial de producto orgánico y el número de inscripción ante el Servicio de Calidad Agroalimentaria, Senasa, que los certifica como tal. Para catalogarlos como orgánicos, las certificadoras evalúan las materias primas y los procesos de producción y determinan si cumplen los requisitos.

LOS REQUISITOS. Para la legislación argentina “orgánico”, “ecológico” y “biológico” son calificaciones similares, es decir que cualquier alimento con esas características puede contar con la certificación indicada. En todo caso, los alimentos que no cumplen con todas las pautas de lo “orgánico”, suele llevar la leyenda “natural” como para diferenciarla.

Este desafío por la conquista de los consumidores locales llega, sin embargo, en un momento de franca retracción de los mercados mundiales. La crisis europea, el gran comprador de nuestros orgánicos, redirecciona, de hecho, la producción hacia el mercado interno: “Afuera hay muchas posibilidades pero no es sencillo –explica el ingenieroPedro Landa, presidente del MAPO- debemos acomodar los cambios que vive el mundo con los nuestros. El verdadero desafío que enfrentamos es conquistar al consumidor local, darle claridad sobre el producto y que sepa que lo que consume es orgánico de verdad y no algo que dice serlo”,

Este nuevo consumidor que se lo conoce en el mundo como LOHAS (Lifestyles of Heallth and Sustainability/ Estilo de vida sano y sostenible) apunta a lo ecológico y saludable, pero no sólo en lo que respecta a la alimentación sino también a los vehículos y a la indumentaria que utiliza en el proceso. “El consumo en todas partes comienza por una búsqueda de productos saludables y se proyecta luego al conocimiento más profundo de la naturaleza de lo orgánico”,  explican desde el MAPO para contextualizar a ese público de aparición incipiente en nuestro país.

Este punto no es un tema menor, sobre todo si se tiene en cuenta que, según estadísticas recogidas en distintos países, entre un 60 y 70 % de los consumidores que se vuelcan a lo orgánico lo hacen como primer impulso por su salud. Y si bien no se trata de un público definido como vegetariano, en la mayoría de los casos su puerta de entrada a lo orgánico son las frutas y las verduras.  Lo confirma la empresa Tallo Verde que produce una variedad de 50 cultivos diferentes generados a lo largo del año y cuenta con una cartera de unos 5000 clientes distribuidos tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en las zonas norte y sur de conurbano bonaerense. Una clientela, a la que abastecen incluso por sistema de delivey. La experiencia dice que el nuevo consumidor se acerca en un primer momento por la oferta de frutas y verduras y luego, se deja atrapar por una gama de productos más amplia que incluye dulces, mermeladas, aceites, azúcar, queso, miel, y tomates secos entre otros.

Según los productores, la pelea por el consumidor debe cumplir tres requisitos: inducir al comprador a que busque los productos efectivamente certificados, mejorar el sistema de distribución y venta y abastecer con eficacia la demanda generada.

El primer paso es lograr la garantía de calidad. Un productor de miel explica el verdadero significado de la certificación: “yo estoy certificado porque conozca la norma y cumplo todos los pasos correctamente, pero una de las características de la apicultura es que la abeja vuela hasta tres kilómetros y en ese recorrido puede toparse con un cultivo genéticamente modificado –advierte-. Es decir, puedo conocer las normas, pero mi abeja no, por lo que podría ofrecer, en última instancia, una miel no orgánica. La certificadora controla que no haya nada que afecte mi producción a tres kilómetro a la redonda”.

Los defensores del cultivo y el consumo de orgánicos tiene cinco principios para exaltar el boom de ese tipo de productos.

*Son ecológica, social y económicamente sustentables.

*Resultan más puros, sabrosos y aromáticos, y recuperan la esencia de los alimentos.

*Protegen la salud.

*Procuran mejorar la calidad de vida de los productores y de sus empleados, de acuerdo a principios de ética humana.

*Preservan la biodiversidad, las variedades de semillas y las condiciones de cultivo para las generaciones futuras.

DISTRIBUCIÓN Y PRECIOS

La distribución de los productos, sin embargo, ha sido desde el principio uno de los mayores conflictos a superar. La colocación de los orgánicos en las góndolas es una ecuación que los productores todavía no han terminado de resolver. Las grandes cadenas de supermercados deciden finalmente el precio final, que superas en varios casos su valor. Un producto orgánico vale en promedio un 20% más que uno de cultivo tradicional. “El último dato del INDEC al que tuve acceso indicaba que el  36% de los ingresos de los argentinos se destinaba a la canasta alimentaria. En Europa y en los Estados Unidos, en cambio, el promedio esta en el 11%. O sea que el impacto en el bolsillo es mucho mayor si tomamos en cuanta el sobreprecio de los orgánicos”.

La producción orgánica cuenta con un mercado potencial que abarcaría el 25% de la población y representaría unos 1.000 millones de dólares. Hoy la Argentina exporta más de 200 millones de dólares. “Para satisfacer esas posibilidades que ofrece nuestro mercado interno, tendríamos que producir cinco veces más”, asegura Landa. ¿Y es buen momento para invertir en la producción orgánica?. “Es un momento excelente”, responde convencido Landa.

Hasta ahora, el interés surge del propio consumidor. La demanda y la potencialidad de crecimiento hicieron que la Argentina se haya convertido en el tercer productor mundial de materia prima orgánica con ingreso en los mercados más exigentes de Europa (principalmente Holanda y Alemania), Centroamérica, Asia, Australia y Estados Unidos.

Mónica Albirzú

 

 

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