¿Por qué un chico debiera aprender a cocinar? Más allá del surgimiento de infinidad de propuestas, más allá de lo snob que pueda resultar convertir a un niño en un pequeño sibarita, más allá incluso de responder a la tiranía que impone el mercado, ¿por qué debiera hacerlo?
La primer respuesta y tal vez la más sensata es por que le gusta, de la misma forma que el patinaje artístico o el taller de plástica o la escuelita de fútbol, los talleres de cocina son un atractivo más que se suman al universo infantil. La demanda existe y la oferta abunda. Hay incluso libros de cocina dedicados exclusivamente a ellos: Choly para Chicos A jugar en la cocina de Choly Berreteaga (Ed. Atlántida) y Cocina para Chicos de Martiniano Molina (Ed. Sudamericana), sólo por mencionar algunos títulos de autores nacionales.
No hay niño que resista la tentación de meter las manos en la masa. Pensándolo desde el punto de vista pedagógico la cocina permite jugar, crear, transformar, socializar, divertirse y dar a otro lo que uno prepara. Pero además “les permite abrir el paladar a nuevos sabores y ampliar sus gustos”, asegura Daniela Feld, del taller de cocina Nuevos Cocineros.
“Los chicos vienen porque les gusta, están los que no se pierden un programa del canal Gourmet y de Utilísima y los que los padres traen porque no pueden evitar que los niños quieran ayudar a preparar la comida en casa”, explica Cecilia Fassardi, directora de la Escuela Argentina de Cocineritos, que funciona desde hace 14 años en la zona de Palermo. Aunque en algunos casos, confiesa Fassardi los padres “buscan cambiar el hábito alimenticio de sus niños”.
Allí tienen niños de 3 a 16 años. Los más pequeños toman una clase mensual acompañados por un adulto que se llama “cocinando con mamá”. Desde los 7 años en adelante ya pueden tomar cursos semanales en los que harán recetas donde el eje es la comida diaria. “Aprenden a cocinar lo que comen en casa”, describe Fassardi.
¿Aprender a cocinar les enseña a comer mejor? “Si bien no es lo que pretenden estos talleres, de alguna manera se busca enseñar algo de eso. Por ejemplo aprenden a hacer tartas y allí aprovechamos para incorporar las verduras. Sin darse cuenta, al trabajar ellos mismos con el producto, le pierden el prejuicio. En general salen con una mayor apertura”, agrega Feld.
Otro recurso frecuente que ofrecen muchas de estas escuelas de cocina, es la animación de cumpleaños. Daniela Feld, cuenta que “lo ideal en los cumpleaños es trabajar con grupos de entre 15 y 20 niños. Se pueden realizar en nuestro taller o en las casas de los cumpleañeros. Ellos preparan budines, cup cakes, bocados, decoran la torta y tienen la merienda con velitas y todo. Al final todos vuelven a casa con diploma, las recetas y si quieren pueden llevarse lo que cocinaron.”
Claudia Strauss, docente y psicóloga, comenzó con su Taller de Cocina hace ya diez años y asegura que la cocina está a la altura de cualquier taller o actividad extra curricular para niños “con el agregado del trabajo grupal que implica la cocina y la situación de compartir que genera. La cocina tiene la capacidad de integrar muy bien las diferencias.”
Tal vez, a diferencia de otras actividades, los padres llevan a los niños porque éstos se lo piden o salen en buscan de un taller cuando los benjamines dan a conocer su interés con la invasión reiterada a la cocina hogareña. Extrañamente “la mayoría de los niños provienen de familias donde no se cocina”, describe Strauss. Lo que pocas veces saben los progenitores es que en este “métier” entran en juego casi todos los sentidos: tacto, olfato, gusto, vista y motricidad fina.
En cuanto a la posibilidad de aprender a comer cocinando, Strauss asegura que a la larga se aprende un poco más, pero “si van a traer al chico para que lo alimente porque no come nada “verde”, ahí se equivocan. Lo que ocurre aquí es que se animan a probar otras cosas, pero eso es todo”.
Cuando uno cocina toma conciencia de lo que come, por el sólo hecho de elaborar el producto. Si se preparan medialunas uno sabe exactamente cuanta materia grasa llevan y aunque no se baje línea al respecto, ese registro queda. Claudia Strauss entrenada en la cocina vegetariana, macrobiótica y naturista, a la hora de enseñarle a los chicos, incorpora algunos de estos elementos, pero sobre todo resalta el valor de la elaboración casera por sobre la industrial. “No preparamos nada de comida chatarra”, asegura Strauss quien además trabaja la re-vinculación familiar a través de la cocina.
Entonces ¿por qué un chico debiera aprender a cocinar? Simplemente por que está bueno y porque cuando uno cocina está recreando su propia forma de entender el mundo y buscando la manera de conectarse con él.
Asesoraron:
*Nuevos Cocineros, Daniela Feld www.nuevoscocineros.com.ar
*Escuela Argentina de Cocineritos, Cecilia Fassardi www.escuelacocineritos.com.ar
*Taller de Cocina Claudia Strauss, www.claudiastruss.com.ar
1 Comentario
felicitas
Hola,me llamo felicitas y tengo 1. Años,queria saber donde son y que dias los cursos de cocina, gracias