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“Ser orgánico es usar Rolex, pero por dentro»

De esta manera simple y gráfica el Ingeniero Pedro Landa, presidente del MAPO, describe el ser orgánico: “El orgánico cultiva la mejor calidad interna. Ser orgánico de verdad es tener un BMW y usar Rolex, pero por dentro.”

 Consumir productos orgánicos, la sustentabilidad, ser verde, proteger el medio ambiente, tener registro de la huella ecológica que implica nuestro andar por la tierra, es más que un discurso trendy en la Argentina de hoy. “En estos tiempos es más clara la idea de que cada decisión que tomamos tiene una fuerte consecuencia medioambiental. Y los jóvenes, en particular, son los más concientes”, reconoce Landa, desde el Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO).
Claro que esta transformación, que va tomando cierta forma, es un proceso lento. Argentina ha demostrado en los últimos 20 años, momento en que se comenzó a armar una legislación para este tipo de producción, tener la capacidad para convertirse en un gran generador de la materia prima tan preciada en los mercados del mundo. Sin embargo, de lo producido en nuestro país solo un dos por ciento (2%) es consumido por el mercado interno.

El MAPO agrupa productores, comercializadores, investigadores y docentes; trabaja en forma conjunta con el SENASA y cuenta con un área importante de comercio exterior, dado que la mayor parte de la producción Argentina actualmente se exporta. “Estamos armando una guía de restaurantes y almacenes orgánicos para ofrecer a nuestro consumidor que elige ser conciente en lo que come. Esto es importante porque la difusión es nuestra gran deuda con el mercado interno”, interpreta Patricia Sassaroli, miembro de la Comisión directiva del MAPO.
Este desafío con el que se enfrentan los productores llega en un momento de retracción de los mercados mundiales. La crisis europea, el gran comprador de orgánicos, vuelve interesante el mercado interno. La variedad de productos que ha desarrollado este sector y la calidad de los mismos es realmente un lujo. “Nuestra normativa fue realizada bajo el paraguas de la legislación de la Comunidad Económica Europea. Ese fue el modelo con el que trabajó el SENASA y hoy cualquier producto que lleve etiqueta de orgánico debe contar con la aprobación de las certificadoras avaladas. Esa es nuestra garantía de calidad.”, explica Sassaroli.
La Ley Nacional de la Producción Orgánica (Ley 25.127), luego de varios ensayos y aproximaciones, fue promulgada en 1999. Y el MAPO trabajó en conjunto con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA) y con el Programa Nacional para el Desarrollo de la Producción Orgánica en la Argentina (PRONAO) en la redacción de la misma.
Las certificadoras que avalan el cumplimiento de la norma en la producción son cuatro: la OIA (Organización Internacional Agropecuaria), Argencert, Letis y Food Safety S.A.. Y son ella las que con su sello garantizan un sistema de producción libre de químicos, pesticidas, herbicidas, fungicidas, vitaminas sintéticas, transgénicos u hormonas.

Esa garantía de calidad es la que llevó a la Argentina a convertirse en el tercer productor mundial de materia prima orgánica, con ingreso en los mercados más exigentes: Europa (principalmente Holanda y Alemania), Centroamérica, Asia, Australia y Estados Unidos. Por demanda de estos mercados, muchos productores están saliendo exclusivamente del desarrollo de la materia prima, para brindar además productos elaborados o semielaborados. Es el caso del aceite de girasol, del aceite de soja, de la avena arrollada y del arroz parbolizado, productos con cierto proceso de elaboración que irían directamente al retail de supermercados en el exterior.
La gran explosión en la demanda de orgánicos se dió a partir del 99. La legislación temprana permitió a los productores locales sacar ventaja sobre el gran productor del norte: “Estados Unidos entró mucho más tarde que nosotros con su normativa y eso nos benefició. Siendo un país que cuando despierta al consumo, tiene una capacidad productiva altísima”, explican desde el MAPO.
En la pequeña porción del mercado local, ese dos por ciento (2%) mencionado al comienzo, Buenos Aires se lleva una parte importante de la demanda, ya que se apropia prontamente de las tendencias mundiales de consumo, de las vanguardias gastronómicas y con su fuerte movida turística hace crecer un poco más el interés. Pero provincias como Córdoba y Mendoza y ciudades como Rosario, son también importantes en el consumo de este tipo de productos, en parte porque son capitales provinciales con movimiento y en mayor medida porque son provincias productoras. En el caso de Mendoza existen muchos emprendedores con pequeñas bodegas orgánicas y que además se dedican al mini-turismo orgánico, como una unidad económica posible y atractiva que se suma a las ventajas de este tipo de producción.
Cuando uno se vuelca a lo orgánico lo que debe saber es que los productos tienen su estacionalidad y acompañan a la naturaleza, no la controlan. Entonces debe reaprender que la mandarina se come en invierno y no en verano y que las frutillas son propias del verano y no al revés. Y que la diferencia de precios, aunque es menor a la de hace unos años, sigue existiendo, pero es el precio que se paga por un alimento equilibrado, con los nutrientes necesarios para el individuo en la época del año que transita.
En muchos países hay un conocimiento acabado del producto orgánico, de sus virtudes y de sus características y beneficios: para la persona que es quien lo incorpora al organismo, en primer lugar. En segunda instancia reconocen y les preocupa la implicancia para el medioambiente y en tercer lugar la responsabilidad social. El reconocimiento de todos estos factores implica, según interpreta el Ingeniero Landa “un mayor grado de madurez, que se da a partir del conocimiento”. Pero reconoce que el impacto económico, a la hora de decidirse por ser orgánico, tiene mucho peso. “No sé cuales son las cifras que hoy en nuestro país se adjudica al gasto en alimentos, pero el último dato del INDEC al que tuve acceso indicaba que el treinta y seis por ciento (36%) de los ingresos de los argentinos va destinado a la canasta alimenticia. En tanto que en Europa y en los Estados Unidos el promedio esta en alrededor del once por ciento (11%)”, detalla el Presidente del MAPO.
La cifra resulta mucho más contundente si se tiene en cuenta que un producto como el orgánico con mayores condiciones y de mayor calidad vale un veinte por ciento (20%) más que uno de cultivo tradicional. “Mientras que en Europa y Estados Unidos el orgánico lleva a gastar en su canasta alimenticia cerca de un trece por ciento (13%) de sus ingresos; en la Argentina implicaría aproximadamente un cuarenta y tres por ciento (43%). El impacto en nuestro bolsillo es ciertamente mayor”, reconoce Landa. “Si lo medimos con la vara con la que medimos nuestra situación como productores, como consumidores recién estamos empezando a gatear”, agrega Pedro Landa.
Si hubiera que hacer un ranking de los productos que mas se desarrollan en nuestro país, pondríamos allí a los cereales, las oleaginosas, las peras y las manzanas y de los industrializados el azúcar en primer lugar y el vino en segundo. Si en cambio el ranking se hiciera para medir lo que más consumen los argentinos, en la lista estarían la yerba mate y los cereales elaborados tipo granola.
El desarrollo del mercado interno, con mejores sistemas de distribución de los productos y una fuerte campaña de comunicación de los beneficios que implica su consumo, son las asignaturas pendientes de una industria con fuerte reconocimiento en el exterior. Seguramente la demanda de los mercados del mundo, fue la razón y a la vez la excusa del desarrollo de un producto de tan alta calidad, que hoy tenemos a nuestro alcance. Sería una pena que, una vez más, no podamos beneficiarnos nosotros de nuestros propios recursos.

Asesoraron

TALLER DE HUERTA ORGANICA  alejomendez4@hotmail.com
MAPO www.mapo.or.ar / info@mapo.org.ar
JARDIN ORGANICO www.jardinorganico.com.ar

 

 

2 Comentarios

  • adriana rossi

    hola , en el programa de roman escuche que preparas aceitunas negras me podrias explicar como se curan y preparan , desde ya muchas gracias!

  • monica

    Hola Adriana:
    Te cuento que esta será la primera vez que las prepare. Busqué muchas recetas en internet y luego de ver varias, seleccioné una que me parece la más interesante. Los pasos son los siguientes: en primer lugar seleccionar las aceitunas y desechar las que estén machucadas. Quitarles los cabitos y luego de pincharlas con un tenedor o palillo, colocarlas en agua en un recipiente donde no queden muy apretadas. Es importante que el recipiente no sea de metal porque las oxida. Agregar al agua unas rodajitas de limón, ya que ayuda a quitar el amargor natural de la aceituna. Mantener en remojo durante 24 hs cambiando varias veces el agua. Luego enjuagar y escurrir entre dos repasadores.
    Volver a colocar en el mismo recipiente las aceitunas con la sal (usaremos 25 gr de sal gruesa por cada litro de agua), el hinojo, varias hojas de laurel y varios dientes de ajo machacados (para que liberen su sabor). Cubrir nuevamente con agua y revolver con cuchara de madera para ayudar a disolver la sal. Dejar en esta mezcla por 15 días revolviendo cada tanto con cuchara de madera (nunca metal).
    Al cabo del tiempo sugerido, escurrir, enjuagar y secar al sol en paño limpio.
    Una vez secas ponerlas en un frasco de vidrio limpio, agregar unos dientes de ajo y cubrir con aceite (preferentemente oliva).
    Dejar reposar por 15 días y listo.
    Ayer coseché y tengo en remojo un balde lleno de aceitunas pequeñas. Si podés esperar el mes que tengo por delante, te cuento de mis resultados.
    Si no, prepará las tuyas y luego intercambiamos figuritas.
    Un saludo y Suerte!!!
    Mónica Albirzú

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